Llega un día en que sientes esa necesidad. Casi obligado. Necesidad de compartir por la red. Tienes que hacerlo aunque no te apetezca. Como entrar en un vagón de metro en hora punta. A reventar. Un lunes. Y no puedes perderlo. Necesitas cogerlo. El próximo ya te hará llegar tarde. Problemas. Y aquí estoy. Se ha abierto la puerta del vagón y me he metido sacando los codos. Esto está a reventar. Los blogs, las redes sociales, los smartphone, tablets. O te unes a ellos o te arrastran, te pisan y te adelantan. Y te quedas atrás. Atrás te dejan y de pronto te ves fuera, un extraño. Eres joven pero te quedas anticuado. Viejo. Se te cae el pelo y te salen arrugas. Si te preguntan ¿Me enseñas tu twitter? Te pones las manos cubriendo tus genitales. ¿No tienes blog? ¿Y facebook?. No tengo blog, no tengo facebook, no tengo twitter, no tengo linkedin, no tengo ¿instaqué? No tengo de eso, ¿Qué es eso?. Qué vergüenza. No sé cómo puedes vivir así.
Es por eso que quiero vivir, comenzar una nueva vida, dentro de los ya no-tan-nuevos humanos, dentro de esta e-sociedad, no mantenerme al margen. Quiero contar y que contéis. Yo también soy e-humano. Yo también puedo.
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